Había una vez en un pequeño pueblo digital una niña llamada Caperucita Roja. Ella era una entusiasta en ciberseguridad y siempre seguía las mejores prácticas para navegar por la red.
Un día, la abuelita de Caperucita, que vivía en el mundo cibernético, le pidió que la visitara y le llevara su respaldo de seguridad. La abuelita había oído hablar de un lobo Cibermalicioso en la red, y temía que él intentara robar sus archivos.
Caperucita se puso su capa de anonimato, que le permitía ocultar su identidad en línea, y cargó el archivo encriptado en su cesta de datos. Mientras navegaba por el bosque de servidores, el lobo la acechaba. El lobo Cibermalicioso le envió un mensaje de phishing disfrazado de un amigo en común, pero la encantadora niña, con su astucia en ciberseguridad, supo que era un intento de engaño y lo bloqueó de inmediato.
Finalmente, Caperucita llegó a la casa de su abuelita, una dirección IP segura. Pero el lobo, no contento por su fallido ataque, la había seguido y se hizo pasar por la abuelita en línea. Diciendo: “Caperucita, por favor, dame el archivo”. Sin embargo, Caperucita notó que la dirección de e-mail de la abuelita había cambiado, y en ese momento se dio cuenta de que nuevamente era el Lobo Cibermalicioso. Ella respondió: “Abuelita, ¿por qué tienes una dirección diferente hoy?”. El lobo no pudo responder y reveló su verdadera identidad.
Caperucita Roja, utilizando su experiencia en ciberseguridad, bloqueó al lobo y entregó el archivo de respaldo a su abuelita de forma segura. Y el lobo atacante, no volvió a amenazar a nadie en el pueblo digital, por miedo a ser atrapado.
Desde entonces, Caperucita Roja se convirtió en “Guardiana de la Seguridad en Línea” de su comunidad.